jueves, 23 de febrero de 2012

MILONGA DEL MUERTO


Jorge Luis Borges


 Lo he soñado en esta casa
 entre paredes y puertas.
 Dios les permite a los hombres
soñar cosas que son ciertas.


 Lo he soñado mar afuera
 en unas islas glaciales.
 Que nos digan lo demás
 la tumba y los hospitales.


Una de tantas provincias
 del interior fue su tierra.
 (No conviene que se sepa
que muere gente en la guerra).


 Lo sacaron del cuartel,
 le pusieron en las manos
 las armas y lo mandaron
a morir con sus hermanos.


 Se obró con suma prudencia,
 se habló de un modo prolijo.
 Les entregaron a un tiempo
 el rifle y el crucifijo.


 Oyó las vanas arengas
 de los vanos generales.
 Vio lo que nunca había visto,
la nieve y los arenales.


 Oyó vivas y oyó mueras,
 oyó el clamor de la gente.
 Él sólo quería saber
si era o si no era valiente.


 Lo supo en aquel momento
 en que le entraba la herida.
 Se dijo "No tuve miedo"
cuando lo dejó la vida.


 Su muerte fue una secreta victoria.
 Nadie se asombre
 de que me dé envidia y pena
el destino de aquel hombre.



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